morada del alma
El cuerpo herido-muerto-desaparecido parece condenado al olvido por el sentido común generalizado que no admite errores. Las madres-hijas-esposas parecen estar por encima de este orden y se rebelan contra él. La víctima y sus familiares, ambos vestigios de nuestra memoria colectiva reciente, el primero detenido pero vivo en sus familias y estas más vivas que nunca. Ambos actores se articulan en la muestra alrededor de la textura del tocuyo crudo y el dibujo realista para presentar a los protagonistas de nuestra memoria ocultada. Ambos, para ser mortaja y remiendo, venda y herida, silencio y coraje.
Morada del alma en quechua es Ayacucho. Las varias acepciones del idioma me permiten creer más en este significado que en el tétrico y difundido “rincón de muertos”. De Ayacucho son también las madres del ANFASEP (Asociación Nacional de Familiares de Desaparecidos, Detenidos y Torturados del Perú), verdadera morada de alma de nuestro pueblo. Ellas como todos los afectados por el conflicto armado interno que luchan contra todo y todos por verdad y justicia, son rincón y refugio, precisamente, de la verdad y la justicia. Moradas para tomar impulso y fuerza frente al dolor y la indiferencia de los sectores más conservadores de nuestra sociedad, principales perpetuadores de esta condición.
morada del alma
2013
Teatro Yuyachkani. Lima - Perú.
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